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jueves, 28 de enero de 2016

EL PARTO DE JEFE INDIO

Como he escrito cómo fue el parto de Pequeña India, no me parecía justo no escribir sobre mis otros dos partos. Y ya puestos, empezaré por el parto de Jefe Indio, que es el que menos me apetece contar.

Mi Mayor nació con "nocturnidad y alevosía", quizá por eso ha dormido y duerme tan mal. Estrenó el día 25 de Noviembre de 2009.

Cuando me quedé embarazada leí bastante sobre partos. A través de mis tíos conocía la web de El Parto Es Nuestro y sabía perfectamente lo que no quería en mi parto. Lo sabía pero no hice nada por evitarlo. Muchas veces me he preguntado el por qué y la única respuesta que encuentro es que tenía mucho miedo al rechazo de los demás, a no sentirme comprendida por un entorno totalmente tradicional. Por ello, tuve un parto de mierda asqueroso, del que encima salí contenta por haber evitado una cesárea.

Salía de cuentas el 22 de Noviembre pero no tenía ni una contracción. El lunes 23 de Noviembre estaba trabajando. Llevaba ya varias semanas de baja pero en el Centro de Rehabilitación de Drogas en el que curraba surgió un problema y no me lo pensé dos veces, fui un rato a echar una mano. Esa misma tarde empezaron las contracciones suaves y nada dolorosas, pero yo, como buena primeriza ya me puse nerviosa. Sobre las 8 de la tarde me fui con mi jefa y amiga a su casa a esperar a que Gran Jefe terminara de trabajar y viniera a cenar allí. Estuvimos cenando los cuatro y sus dos hijos, nerviosos perdidos porque las contracciones no paraban. Aunque, la verdad, no eran nada regulares.

Sobre las 23:00 nos fuimos a nuestra casa y Gran Jefe se metió en la cama. Yo me quedé trasteando con el ordenador, pensando que en cualquier momento tendría que despertarle para irnos al hospital. Las contracciones iban y venían, a veces cada 10 minutos, otras cada 20,... Sobre la una de la mañana fui al baño y vi que había expulsado el tapón mucoso, me pudieron los nervios y desperté a Gran Jefe que me dijo de ir al hospital. Cogimos las bolsas y allá que nos fuimos. Esperamos un rato en la sala de espera y me pusieron los monitores. Y sí, efectivamente, las contracciones pararon. Me exploraron (sin preguntar, ¡tonta de mí!) y no estaba de parto, así es que me mandaron a casita.




A la mañana siguiente tenía monitores. En media hora tuve una sola contracción. Le conté a la ginecóloga la aventura de la noche anterior, me exploró y me dijo que estaba dilatada de 2 cm (más tarde me enteré de que no estaba ni de 2 cm), que me fuera a dar un paseíto y que ingresara por Urgencias sobre las dos de la tarde. Y nosotros, como borregos, obedecimos. Dimos una vuelta, entramos en un supermercado y compramos pan y jamón serrano para darnos un homenaje antes de conocer a nuestro pequeño.

Por supuesto, las contracciones seguían siendo muy irregulares. Entré por Urgencias y me tuvieron en una sala de espera bastante tiempo. Estaba muy incómoda porque me habían hecho ponerme un camisón con el que se me veía el culo y yo no dejaba de manchar. Por fin nos subieron a una habitación.

Y ahí empezaron las contracciones, pero no me dieron tiempo de nada. Enseguida me pusieron una vía y oxitocina. Y yo me dejé.  Mi madre y mi suegra habían llegado ya. Antes de la oxitocina estábamos los 4 hablando, cuando tenía una contracción se aguantaba bien, me movía o me ponía en cuclillas, pero tras la oxitocina, el dolor fue insoportable. Todos me molestaban excepto Gran Jefe.



La matrona se presentó, se llamaba Vicenta y no congeniamos. Bueno, me imagino que ninguna mujer pariendo congeniaría con ella. Sólo sabía soltar perlitas. Me hizo un tacto y me dijo que no estaba dilatada de 2 cm. Seguro que era verdad, pero me lo dijo con tal desprecio que me creó muchísima inseguridad.  Con la oxitocina a tope no podía aguantar el dolor, pero según ella tenía "un umbral del dolor muy bajo". Han pasado 6 años y aún me acuerdo de todo esto, y me da rabia recordar su nombre y no el de las matronas que me atendieron en los partos de las niñas que fueron increíbles.

Tras aguantar una hora de contracciones insoportables me volvió a explorar. Casi no había dilatado así es que decidió romperme la bolsa. No preguntó, afirmó. Lo intentó pero yo estaba tan nerviosa que fue incapaz de conseguirlo. Así es que su solución fue epidural. Yo dije tímidamente que era pronto, pero ella me dijo que no y yo accedí. Me llevaron a dilatación a ponérmela.  Yo temblaba de miedo por tenerme que separar de mi marido y entrar ahí sola. Una enfermera me acariciaba el pelo mientras me tranquilizaban y al final consiguieron ponérmela. Al principio sentí alivio.  Me llevaron de vuelta a la habitación y la matrosauria vino a romper la bolsa. Monitorizaron a Jefe Indio internamente sin preguntar. Pero a estas alturas yo ya había perdido toda mi dignidad. De hecho, la matrona me preguntó si pensaba parir con el sujetador puesto. A pesar de estar más incómoda me lo quité. Y hoy pienso, ¿Qué le importaría a ella mi sujetador? ¿Acaso se da a luz por el pecho? Pero yo ya no rechistaba.

Durante una hora la epidural hizo su efecto, pero un lado me empezó a doler. Probamos varias posturas pero nada, así es que la solución fue más epidural. Serían las 8 de la noche más o menos. A partir de ahí todo lo tengo borroso... Sólo quería estar con Gran Jefe. Me mareaba, me faltaba el aire, tenía mucha sed y no me dejaban beber. No hacían más que subir la dosis de anestesia y yo cada vez estaba peor.

Sobre las 11 de la noche empezaron las ganas de empujar. La matrona no me dejaba porque el niño seguía alto... Normal, los pujos están para que baje, ¿no?. Las ganas de hacerlo eran insoportables. Frenar a tu cuerpo no puede ser bueno. Conseguí que una ginecóloga viniera a verme, estaba en completa, pero el paritorio estaba ocupado y el niño seguía alto. Por fin, a las 23:45 vinieron a por mí. Recuerdo el paso de la camilla al potro como algo insoportable. A Gran Jefe no le dejaron pasar porque iba a se una "prueba de parto". Vamos, que no daban un duro por mí y estaban convencidos de que sería cesárea. En el paritorio no paraba de temblar, me corregían la forma de pujar y creo que me llevé una Kristeller pero estaba tan drogada por la anestesia y tan ida que no soy capaz de acordarme. La ginecóloga fue la única que me animó un poco y confió en mí. Me miró a los ojos y me dijo: "Carmen, puedes hacerlo". Me dio confianza. Pujé y pujé pero Jefe Indio no terminaba de bajar. Con más tiempo hubiera bajado, pero se ve que eran las 00:30 de la noche y querían terminar ya... Me cortó y usaron fórceps. Nadie me avisó ni me dijo nada. A Gran Jefe que esperaba fuera con su gorro y sus pantuflas tampoco. Se perdió el nacimiento de nuestro Mayor. Cuando entró yo ya lo tenía en mi pecho. Lloré pero no por conocer a mi hijo, sino por la sensación de no haber sabido parir. Me sentía tan mal que hasta pedí perdón a la matrona. Que idiota fui.



Eso sí, no me separaron del niño. El pediatra lo examinó encima mío. Alumbré la placenta con mi Jefe Indio en el pecho y me cosieron la episiotomía con él también. No me dijeron cuantos puntos me dieron, pero seguro que muchos. Aunque el postparto me da para otro post entero.

Ya en la habitación me enamoré de mi hijo. Pelón y con los ojos abiertos de par en par. La lactancia fue un fracaso. Cuando al día siguiente empezaron las visitas y la gente me preguntaba por el parto, yo respondía "eso de que se te olvida todo lo que duele cuando ves a tu hijo es mentira". Ahora se que no es el dolor físico lo que recordaba, era esa sensación de no saber parir que me hicieron tener, de no saber empujar y de no aguantar el dolor. El dolor físico es más fácil de olvidar que el emocional.



Y me siento responsable de ello porque aún estando informada YO decidí parir en un hospital privado con una tasa de cesáreas altísima. Yo tuve suerte, dentro de lo malo. Es más, a mi hija mediana la parí en el mismo hospital, aunque un par de años después las cosas habían cambiado bastante y su parto no tuvo nada que ver con el del mayor, entre otras cosas porque la matrona que me atendió hizo su trabajo y no se dedicó a hundirme. Pero eso ya es otra historia.







2 comentarios:

  1. Lo siento muchísimo por el parto que tuviste. Nadie se merece que esa experiencia sea recordada así... Pero ten por seguro que tu experiencia nos ayudará a muchas a saber elegir e intentar imponer lo que queremos. ¡Gracias por haberla compartido! ¡Un abrazo fuerte!

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  2. Gracias a ti por comentar! Seguro que tendrás un partazo!!! Besos!

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